Nuestra abogada, Mª Teresa Campos Berzosa, se convierte así en la primera letrada rotal en defender la causa del primer proceso breve en la Diócesis de Córdoba
Nulidad Matrimonial Córdoba
Córdoba 19 de octubre de 2018
El pasado día ocho de octubre de dos mil dieciocho, nuestro Obispo Don Demetrio González Fernández ha firmado la primera sentencia del Proceso Breve de Nulidad Matrimonial en Córdoba. Gracias a la reciente reforma del Papa Francisco con el Motu Propio Mitis Iudex Dominus Iesus sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio en el Código de Derecho Canónico, el Santo Padre ha introducido algunas reformas en estos procedimientos destacando como novedad el Proceso más Breve ante el Obispo Diocesano cuando ambas partes estén de acuerdo y la nulidad sea evidente y manifiesta.
En esta primera sentencia ambas partes han obtenido una respuesta afirmativa en apenas tres meses, teniendo en cuenta que se presentó la demanda el catorce de mayo y ha mediado un mes de agosto totalmente vacacional e inhábil.
Mª Teresa Campos Berzosa, la Letrada Rotal que ha defendido la causa, explica que “esta reforma tiene como preocupación principal la salvación de las almas, siendo el fin supremo de las instituciones, de las leyes y del derecho. Gracias a la inclusión de este nuevo proceso, las causas que reúnan una serie de requisitos muy estrictos y presenten una nulidad manifiesta y evidente, como ha sido este primer caso, podrán obtener la nulidad de forma más ágil y con unos costes muy bajos tanto en tasas como en honorarios de profesionales. Además al ser el Obispo Juez en el asunto, garantiza el principio de indisolubilidad del matrimonio en virtud de su oficio pastoral siendo el mayor garante de la unidad católica en la fe y la disciplina”.
Para iniciar una demanda de nulidad mediante este nuevo proceso que simplifica los pasos a seguir, acorta los tiempos y rebaja los costes, hay que acudir al Tribunal Eclesiástico de la Diócesis donde se celebró la boda, “la Iglesia quiere que la verdad esté por encima de todo, logrando así la salvación de las almas y que se reconozca cuando verdaderamente un matrimonio es nulo”, añade la letrada rotal Mª Teresa Campos Berzosa, y sigue diciendo “que para acogerse a este proceso breve, se tienen que cumplir unos requisitos: en primer lugar, que los dos cónyuges lo pidan o uno con el consentimiento del otro y argumenten una misma causa de nulidad, y en segundo lugar, que las pruebas apunten y demuestren que la nulidad del matrimonio es evidente y manifiesta, para que se pueda llegar a adquirir certeza moral al respecto”.
Esta primera causa cordobesa ha obtenido la nulidad eclesiástica por “grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales que mutuamente se han de dar y aceptar”, mantiene la letrada Mª Teresa Campos Berzosa, “siendo este el capítulo más frecuente por el que se declaran nulos los matrimonios, respondiendo normalmente a grave inmadurez en cuanto al discernimiento o bien a falta de libertad interna”
En definitiva, si se cumplen todos los requisitos establecidos las partes pueden optar a obtener la nulidad eclesiástica de su matrimonio en apenas tres meses y con unos costes muy reducidos.
“Los estudios de Derecho Canónico a la luz de la reforma del proceso matrimonial”es el título de lanueva Instrucciónde laCongregación para la Educación Católica, hecha pública hoy. “Sirve una mayor preparación” en las Iglesias particulares para llevar a cabo la reforma querida por elpapa Francisco, afirma el Secretario de esta Congregación, Mons. Zani
P
romover una preparación diferenciada, sobre todo académica, de las diversas figuras que obran en relación a las causas de declaración de nulidad del matrimonio en los Tribunales eclesiásticos o en la consejería matrimonial.
Es el objetivo de la nueva Instrucción de la Congregación para la Educación Católica, hecha pública hoy y emanada a la luz de las novedades introducidas por la reforma de los procesos canónicos para las causas de declaración de nulidad de los matrimonios, querida por el papa Francisco y expresada por los dosMotu Proprio Mitis Iudex Dominus Iesus e Mitis et misericors Iesus.
“El punto de partida que ha motivado la Congregación para la Educación Católica a publicar las orientaciones para la formación de los agentes de los Tribunales eclesiásticos y para las diversas personas involucradas en la pastoral matrimonial y familiar, ha sido el documento del papa Francisco, es decir, la Exhortación apostólica post-sinodalAmoris Laetitia, en la cual se hace referencia a la necesidad de hacer más accesibles y ágiles los procesos para el reconocimiento de los casos de nulidad, afirma Mons. Vincenzo Zani, Secretario de la Congregación para la Educación Católica.
“Se registran a menudo incomodidades, lentitud – subraya Mons. Zani – y entonces, para aplicar esta exigencia fuertemente subrayada por los Padre sinodales, el Papa ha publicado el Motu proprio Mitis iudex” dando indicaciones precisas sobre la necesidad de involucrar más directamente al obispo en su Iglesia, siendo por su tarea también el juez entre los fieles confiados a él y, por lo tanto, pidiendo a las Iglesias particulares que se asuman mayormente la responsabilidad de iniciar el ejercicio para estas causas de solicitud de nulidad matrimonial. Esta indicación ha volcado sobre las Iglesias particulares, la urgencia de tener el personal adecuado. A este punto, ¿quién lo forma? Existen tantos cursos: cursos de formación, se realizan cursos también suficientemente cualificados. Pero a este punto está cargada de esta responsabilidad también toda la realidad de las Facultades eclesiásticas, de las Facultades de Derecho Canónico, que tenemos distribuidas en el mundo, que no son suficientes para preparar este personal pero, al mismo tiempo, junto a las facultades de Derecho Canónico, se pensó en encontrar también otros caminos”.
Potenciamiento de Facultades de Derecho Canónico
Mons. Zani habla de las novedades de esta Instrucción: “En primer lugar – después de haber hablado también con el Santo Padre – se decidió subrayar la fuerte exigencia de tener alto el nivel de las Facultades de Derecho Canónico. En el mundo hay 42, con varias Instituciones particulares. Entonces, primero que todo, debemos cualificar las realidades existentes, potenciarlas, pedir una mayor articulación. Por otra parte, no podemos multiplicar la presencia de las Facultades de Derecho Canónico porque existen exigencias muy precisas para constituirlas: el número de docentes, la investigación, los ambientes, las estructuras, etc. Y entonces se intervino dando dos indicaciones ulteriores, es decir, que también dentro de las Facultades de Teología existentes hoy, se puedan abrir Departamentos de Derecho Canónico: en las Facultades de Teología existe ya un corso de Derecho Canónico, pero un Departamento es más rico de oferta de Derecho Canónico. Y que también allí donde tenemos las Universidades católicas con las Facultades de Jurisprudencia, también a éstas se pide que se instituyan cátedras de Derecho Canónico que vayan a integrar todos los cursos de jurisprudencia que ya existen. En fin, estas tres posibilidades: Facultad de Derecho Canónico potenciadas; Departamentos de Derecho Canónico en las Facultades de Teología – evidentemente, deben estar aprobados por nosotros – y tercera hipótesis, la cátedra de Derecho Canónico en las Facultades de Jurisprudencia que son una mejor articulación de esta oferta para la preparación personal”.
Tres niveles de personal cualificado
Mons. Zani se detiene finalmente en el tipo de personal a preparar: “También aquí hay tres niveles de personal cualificado para acompañar a las personas que se encuentran en dificultad y que tienen esta necesidad de entender si su matrimonio es nulo o bien si hay situaciones que se pueden recuperar, entre otras cosas. El primer nivel es el nivel pastoral: los sacerdotes y los colaboradores más cercanos deben ser más claramente formados, más actualizados sobre estas problemáticas; por lo tanto, una preparación de base más cualificada y más focalizada sobre estas temáticas. El segundo nivel es la preparación de personal que en las diócesis apoye a los centros de pastoral familiar más cualificados, con personas que estén más actualizadas sobre estas problemáticas y que por ende hacen un acompañamiento más cualificado de las personas en dificultad, y una primera exploración de las temáticas y de las problemáticas. El tercer nivel es el de los Tribunales, donde no se necesita solamente al presidente del Tribunal sino que hay todo un equipo de colaboradores, de secretarios, que deben tener una preparación más específica sobre estos temas. Hasta hoy, las cuestiones más complicadas y más dudosas venían dirigidas a Roma o en los pocos centros que había en los diversos continentes. El traslado que el Papa pide que se haga es el de hacer acercar siempre más este tipo de servicio a las Iglesias particulares, y esto exige que haya una mejor preparación.
Entrevista al obispo Sergio Melillo, que ya está aplicándola
Uno de los resultados de mayor relevancia de los dos Sínodos sobre Matrimonio y Familia (2014-2015) ha sido la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial, que no había sufrido cambios sustanciales desde los tiempos del papa Benedicto XIV, en el siglo XVIII.
Con los dos Motu proprio ”Mitis Iudex Dominus Iesus” y ”Mitis et Misericors Iesus”, publicados el 15 de agosto 2015, el papa Francisco, reordenaba ex integro la materia, estableciendo tres tipos de proceso: ordinario, breviore y documental.
De los tres tipos, el ordinario y el breviore expresan un cambio real respecto al del siglo XVI: la abolición de la doble conformidad, y por tanto la nulidad del matrimonio con una sola sentencia afirmativa en el proceso ordinario (dejando en cualquier caso la posibilidad de apelación de la parte contraria); y la introducción de un tipo absolutamente nuevo de proceso el llamado breviore, sobre el que se pronuncia personalmente el obispo titular de la diócesis.
El tema, tan importante por el Papa que surgió como urgencia en el camino entre ambos sínodos, ha sido relanzado recientemente durante la 71ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, que ha previsto una actualización sobre la reforma del régimen administrativo de los tribunales eclesiásticos en materia matrimonial.
Todo esto, teniendo en cuenta también las dificultades de varios tipos que frenan a los obispos a la hora de aplicar tan gran reforma.
Hemos hablado con Sergio Melillo, obispo de Ariano Irpino, uno de los primeros en Italia en acoger las instancias del Santo Padre.
Monseñor Melillo, en su opinión, ¿por que el Papa Francisco ha vuelto a hablar personalmente sobre este tema?
Francisco enseña que dos perlas tienen que acompañar esta reforma: la proximidad y la gratuidad.
Para el Papa, proximidad significa que el juicio, en la medida de lo posible, debe celebrarse en la iglesia diocesana.
La gratuidad remite al mandato evangélico según el cual “gratuitamente se ha recibido y gratuitamente se debe dar”, por lo que se pide que el pronunciamiento eclesiástico de nulidad no equivalga tout-court, en la mente del fiel, a un coste prefijado.
Como pastor sé bien que nuestra gente, si es oportunamente informada, comprende que las personas pudientes contribuyan en justicia al proceso.
¿Cuál es el centro de la reforma y su experiencia directa?
Ante todo, está la visión de proximidad a las familias heridas, es una elección fundamental de la pastoral hoy.
Esta reforma va a llenar una distancia entre la vida pastoral y la modalidad para afrontar las cuestiones internas judiciales.
El planteamiento del papa Francisco, y por tanto de los dos Motu Proprio “Mitis”, además de los tribunales que han erigido algunos obispos, han hecho que la pastoral familiar se acerque en esta dirección.
La dimensión pastoral del obispo debe comprender su función personal de obispo juez, en el proceso llamado breviore.
Eso no solo manifestará la proximidad del pastor diocesano a sus fieles, sino también la presencia del obispo como signo de Cristo sacramento de salvación.
Francisco insiste en que el obispo sea visto por sus fieles como un padre próximo a sus dificultades y a sus fracasos; encarnando la figura de Cristo que se pone la oveja perdida a los hombros; abandonando finalmente el modo jurídico-burocrático de administrar la justicia.
He vivido personalmente en mi diócesis, en la que aún hay una relación personal y directa con los fieles, el valor posible de un diálogo fecundocon cada persona.
También en este sentido considero que la reforma puede considerarse verdaderamente histórica.
¿Ahora será más fácil poder tener la nulidad del matrimonio?
Es una pregunta crucial que requiere respuestas claras con el fin de no difundir confusión y abusos.
1- La diferencia entre divorcio y nulidad del matrimonio o anulación eclesiástica del matrimonio reside en el punto fundamental de que la Iglesia no es libre de disolver un vínculo sagrado que resulte evidentemente válido (mientras el Estado moderno por desgracia admite la posibilidad de romper el vínculo civilmente válido).
2- El proceso matrimonial, llevado según la ley canónica y según la conciencia, puede determinar si el fiel, por los motivos previstos por el legislador canónico (ejemplo: por grave defecto de conocimiento o madurez, por constricción, por haber excluido los hijos,…) ha emitido unconsentimiento viciado, es decir, nulo.
3- Si el obispo, en el proceso llamado breviore, y el Vicario judicial en el proceso ordinario, se mantienen fieles al principio fundamental de que no puede declararse nulo un matrimonio sin la cierta evidencia procesal de los hechos, no debería existir riesgo ni de abusos ni miedo o temor de responder a las preguntas de los fieles que piden la verdad sobre su propio vínculo.
El papa Francisco ha expresado muchas veces en su magisterio que el Pastor, a pesar de las dificultades, debe permanecer inmune al peligro de abusos y miedos, en la medida en que encarna a Cristo, sacramento de paz.
Me parece que el Papa, con su paternal insistencia en nuestro último encuentro, ha querido ayudarnos a los obispos a superar la dificultad de acceder en plena y total obediencia a la reforma, terminando por ejemplo con los Tribunales Regionales, precisamente por cumplir la ley de la proximidad.
¿Qué opina del impacto de la Amoris Laetitia en las Iglesias diocesanas de Italia ?
Ante todo debemos al papa Francisco una gratitud inmensa por la Exhortación apostólica Amoris Laetitia, por dos motivos: porque nos ha trazado un camino rico y actual para recuperar la belleza y la posibilidad de la familia cristiana; y en segundo lugar, porque junto a los obispos reunidos en dos sínodos nos pide a los pastores que seamos artífices de una Iglesia de la Misericordia.
Nos toca a nosotros hacer que este gran documento no corra el riesgo de tantos otros documentos pontificios convertidos en memoria de archivo.
El papa Francisco nos pide con Amoris Letitia que no dejemos para la posteridad una iglesia pusillus grex, un círculo de pocos cerrado al soplo creador del Espíritu.
Antonio Mellet Márquez,presidente del Tribunal Eclesiástico de Sevilla, reflexiona en esta entrevista sobre los valores de la sociedad actual que impiden a los jóvenes asumir la indisolubilidad del matrimonio. Afirma que la nulidad “no es un proceso para élites cristianas ni para ricos”, aunque la mayoría de las parejas que la solicitan tienen ya una vinculación pastoral con la Iglesia. La percepción de la falta de libertad ha cambiado: hace 60 años un matrimonio forzado por un embarazo era casi siempre nulo, pero hoy en día difícilmente lo es.
-¿Cuántas peticiones de nulidad se presentan anualmente en el Tribunal Eclesiástico de Sevilla?
-Se presentan unas110 o 120 al año, aunque entre 10 y 20 no se admiten a trámite. Del centenar que se admiten, no todas prosperan porque en algún momento del proceso las partes desisten de continuar. Una vez que la causa es admitida, el tribunal tiene la obligación de llevarla hasta el final. En la mayoría de los casos se termina con unadeclaración de nulidadpero no puedo dar un dato concreto porque no soy partidario de llevar ese control. No quiero verme influido de si son muchas o pocas o si deben ser más o menos.
-¿Cuánto dura el proceso en Sevilla?
-El Código de Derecho Canónico de 1983 aconseja que el proceso dure un año y en nuestro tribunal metropolitano es un objetivo que nos marcamos, pues actualmente tarda entre 1 y 2 años, ese objetivo aún no lo hemos conseguido pero estamos intentándolo.
-¿Qué causas de nulidad son las más aplicadas?
-Las principales responden a motivos producidos por los signos de nuestro tiempo: vivimos en una sociedad fragmentada, lo que los sociólogos caracterizan como de un “pensamiento líquido”, un pensamiento débil. Emocionalmente hay personas frágiles, que viven en la temporalidad sin dar perpetuidad a su vida, con una carencia del sentido del compromiso y todo esto influye necesariamente en el matrimonio.
Las causas de nulidad matrimonial tienen que ver con estos aspectos y se concretan en el grave defecto dediscreción de juicioe imposibilidad para sopesar la importancia del paso que se va a dar. También la incapacidad de origen psíquico para asumir las obligaciones del matrimonio. Aquí entrarían todos los aspectos relacionados con las adicciones:alcohol, ludopatía, estupefacientes o pornografíacuando impiden que la persona asuma la vida matrimonial en sus elementos esenciales.
"NOS EQUIVOCAMOS" NO ES UNA CAUSA DE NULIDAD MATRIMONIAL
-¿Por qué no se admite que la pareja se equivocó al casarse?
-“Nos equivocamos” no es causa de nulidad.Diferente es que esa equivocación sea consecuencia de un padecimiento interno grave que le imposibilitó asumir lo que es el matrimonio. La causa es que la persona no percibió porque no pudo percibir, por cualquier motivo: Bien por una circunstancia interna, pongamos una falta de libertad interior de la persona, que se sienta coaccionada, con un miedo grave, o bien por un elemento externo que le impide sopesar adecuadamente la importancia del paso que va a dar.
El proceso de nulidad matrimonial es una pregunta muy simple que hace un cristiano a la Iglesia: ¿mi matrimonio existió verdaderamente o sólo hubo apariencia de matrimonio pero no se produjo el vínculo, por cualquier causa? Es una pregunta que se formula movido por un interés de conciencia, lo que desea en primer lugar es una tranquilidad de conciencia y en segundo lugar si es posible acceder a nuevas nupcias. Si el matrimonio existió, sabemos que esa persona esta casada ante Dios y la Iglesia. Si no existió, sabemos que es soltera y está libre canónicamente para contraer matrimonio.
-¿Una causa puede ser la presión social?
-Si es lo suficientemente grave como para que anule la voluntad, sí. Yo siempre digo, medio en broma, que la falta de libertad no es que te pongan una pistola en la cabeza y te lleven al altar, eso sólo pasa en las películas. Pero sí es cierto que puede haber unos condicionantes tan graves que coaccionan hasta tal punto tu voluntad que utilices el matrimonio como un medio para escapar de una situación, aunque realmente no querías contraer matrimonio.
Podríamos pensar que eso ocurría hace muchos años pero por desgracia también pasa ahora.Todos somos susceptibles de ser coaccionados.
Otras causas serían la exclusión de elementos esenciales del matrimonio, algo que de nuevo responde a los signos de nuestros tiempos: una sociedad que rechaza el valor de estar abiertos a la vida y que por tanto excluye la generación y educación de los hijos, o que excluye la indisolubilidad del matrimonio o la fidelidad conyugal. También se admite como causa actitudes de bigamia, es decir, personas que mantienen un comportamiento bígamo porque tienen varias parejas.
Esto es algo propio de una generación que piensa de otra manera porque quizá se haya normalizado en nuestra sociedad un tipo de mentalidad, pero que es ajena a la antropología cristiana y que por lo tanto afecta a la validez o no del vínculo del matrimonio.
-Se trata de unas reflexiones que también se está haciendo la sociedad civil...
-Totalmente, porque la Iglesia no es un compartimento estanco, se desarrolla en la sociedad en la que vivimos, por eso no es igual como se perciben estas cosas en Europa, Asia o en Africa.
La sociedad actual tiene unos valores, comportamientos y actitudes queinfluyen en la manera de percibir el matrimonio. Un cristiano de 30 años que va a casarse no está fuera del mundo, está salpicado de esa mentalidad y esa mentalidad a veces influye en la validez del matrimonio.
Pongamos un tema espinoso como la adicción a la pornografía. En una sociedad profundamente erotizada, donde la pornografía es un producto de consumo en personas cada vez más jóvenes (incluso por debajo de 14 años), se trata de una actitud que repercute muy negativamente en las relaciones íntimas y por tanto puede producir una nulidad del matrimonio. Todo ello quitando la consideración moral, que la Iglesia tiene muy claro de este tipo de asuntos.
No digamos si por aquello de la tolerancia se va produciendo un grado de búsqueda de la satisfacción personal en la pornografía en elementos cada vez más graves.
-¿En estos aspectos la Iglesia se tiene que actualizar continuamente?
-Claro, la jurisprudencia del Tribunal de la Rota, que es el Tribunal Supremo en la Iglesia, continuamente está recibiendo causas como ésta que después se publican, salvando los elementos de privacidad, para orientarnos de como hay que tratar estas cuestiones.
-¿La Iglesia se ha adaptado a los tiempos y los vicios del consentimiento son otros?
-Hay un ejemplo “de manual”: hace 60 años, en un pueblo de la España profunda, si una chica se quedaba embarazada, automáticamente se casaba. De entrada, cabría decir que probablemente ese matrimonio era nulo. ¿Se declaraba nulo? No, porque la sociedad permitía que ese matrimonio perdurase, los trapos sucios se lavaban en casa y seguían juntos hasta que la muerte los separase. Hoy en día yo he casado a chicas de 20 años embarazadas y sabiendo que de ninguna manera ese matrimonio iba a ser nulo, al menos por esa causa.
Con esto quiero decir que La sociedad actual no coacciona a la persona porque eso (el embarazo prematrimonial) sea una vergüenza social. Muchas parejas acuden a la Iglesiaa pedir el matrimonio con sus hijosy van a la ceremonia con el carrito. Ahora no es común que esos matrimonios sean nulos, cuando hace 60 años casi seguro que lo eran y la excepción era que fueran válidos.
-¿Como se explica desde una mentalidad actual que el matrimonio sea indisoluble?
-Para mi es muy importante dejar clara la diferencia entre un divorcio y una nulidad: el divorcio es romper algo que hubo, en la nulidad no hubo vínculo. Hay que desmontar ideas como la de buscar “el divorcio por la iglesia”, por eso hemos creado la Oficina de Acogida Pastoral y Asesoramiento Jurídico.
Este es uno de los elementos de la mentalidad contemporánea contrario a la idea cristiana. Toda la sociedad occidental te dice el vinculo es destructible y por eso existeLey del Divorcioen todos los países europeos. Algunos la tienen incluso desde hace casi un siglo. Y esto es un obstáculo para el cristiano.
En España la primera Ley del Divorcio data de 1931 y la sociedad se ha ido empapando de esta mentalidad. Por eso es difícil que una persona de 25-30 años asuma la indisolubilidad del vínculo cuando ademas es reticente al compromiso de por vida, cuando además no tiene en su ADN la importancia del sacrificio y cuando además la idea de amor se reduce a algo emotivo.
El cristiano actual que quiere tomarse en serio su compromiso tiene el conflicto en su cabeza entre “creo lo que me dice la Iglesia” o “me dejo llevar por la corriente social que me dice desde hace un siglo que el matrimonio es disoluble”.
-¿Cuál es la edad media de las personas que en Sevilla acuden al Tribunal Eclesiástico?
-Vienen desde parejas por debajo de los 30 años, cuyo matrimonio fracasa pronto, hastapersonas con 70 y 80 años. Estas últimas a lo mejor llevan años desde su divorcio o separación y acuden a la Iglesia porque después de un tiempo de convivencia pseudo conyugal quieren aclarar su situación en la Iglesia, siempre por motivos de conciencia.
-¿Cómo son los motivos de conciencia desde la perspectiva del tribunal eclesiástico?
-Nosotros no entramos en el fuero interno de la persona, en el ámbito de su conciencia. Estamos en un foro judicial, más volcado en el aspecto externo, pero la motivación que trae a las personas es una tranquilidad de conciencia, alcanzar esa paz interior después de un matrimonio fracasado, tal vez de una manera traumática, y quieren tener el convencimiento de que no existe ni siquiera el vinculo del sacramento con aquella persona.
-¿Cómo es el perfil de las personas que acuden al Tribunal Eclesiástico?
-Son personas que tienen una vinculación con la Iglesia, bien a través de su parroquia, hermandad, de su movimiento eclesial, con distintos niveles de compromiso cristiano. Son personas que no están cómodas con su situación y quieren de alguna manera acercarse a los sacramentos con una situación familiar regular. La familia es muy importante en esas personas.
-En la provincia de Sevilla se producen unos4.200 divorcios al añopero solo un centenar de nulidades eclesiásticas. ¿A la Iglesia le gustaría que más gente recurriera al Tribunal Eclesiástico?
-Indudablemente, porque el proceso de nulidad matrimonial es de carácter judicial y por eso se desarrolla en un tribunal con unos jueces y una sentencia. No son palabras que deban asustar. Pero aunque tenga ese fondo judicial, tiene una proyección pastoral. En la Iglesia todo lo que se hace es pastoral, va orientado a que la persona viva una relación armónica con Dios y con el resto de los cristianos. Por eso es muy importante que una persona que ha padecido el fracaso de su matrimonio, al menos pregunte a la Iglesia en este foro judicial, pero con un sentido pastoral, si su matrimonio fue válido o no.
-¿La duración del proceso y lo que les va a costar pueden retraer a las parejas?
-Existe desde hace un tiempo laidea equivocadade que este proceso es para unaélite de cristianos, para personas ricas o de nombre, para familias importantes. Nada más lejos de la realidad. En primer lugar, en la Iglesia los asuntos económicos no deben ser nunca un obstáculo. No lo son para celebrar un sacramento en la Iglesia, tampoco para que tu matrimonio sea declarado nulo. Las tasas judiciales en nuestra diócesis rondan los mil euros, que no consideramos una aportación excesiva. En el ámbito civil las costas judiciales han sido asumidas por el Estado a costa de los impuestos. Eso no lo puede hacer la Iglesia porque no cobra impuestos a sus fieles. Quienes no pueden hace frente al gasto puede recurrir a los Institutos Jurídicos de Reducción de Costas Judiciales o del Patrocinio Gratuito, que conceden ayudas con mucha frecuencia.
Hace dos semanas hemos abierto unaOficina de Acogida Pastoral y Asesoramiento Jurídicodonde una persona informa gratuitamente sobre la posibilidad o no de obtener la nulidad y hace una acogida pastoral, ayudando a la persona a solventar sus dudas. Es la primera persona con la que se encuentran al llegar al Tribunal, una mujer con un carácter muy amable que lo hace de forma voluntaria, como parte de su servicio a la Iglesia.
-¿La gente teme tener que revelar aspectos íntimos ante este tribunal?
-Se procura ser prudente y delicado. Cuando tengo delante a una persona cuyo matrimonio ha fracasado y que viene solicitando la nulidad, soy consciente de que todo lo que le pregunte es remover una parte de su historia que aún es unaherida abierta. La persona sufre y se procura no invadir la intimidad mas allá de lo estrictamente necesario.
-¿La gratuidad del procedimiento también repercute en los peritos y abogados?
-Sí, el elenco de abogados y peritos que pueden trabajar en los tribunales eclesiásticos -unos 60 en Sevilla-, así como los jueces eclesiásticos, perciben también unaremuneración reducida. En el caso de los abogados, suelen ser matrimonialistas o mediadores y el Tribunal Eclesiásticono es su única fuente de ingresos. Los profesionales laicos lo hacen también porque son personas que se sienten parte de la Iglesia y esta es su forma de colaborar.
-¿Qué falta para dar el salto y que el cristiano de la calle sienta la necesidad de acudir al Tribunal Eclesiástico y no lo hagan sólo personas ya vinculadas con la Iglesia?
-Respondería de dos maneras: nos hacía falta en la Iglesia un Papa Francisco que en el año 2015 promovió esta reforma y dijo al mundo entero que el matrimonio y la familia son fundamentales y que el proceso de nulidad está al alcance de cualquiera. Hace falta también que los pastores de la Iglesia demos a conocer que esto no es un instrumento coercitivo sino al contrario, que libera a la persona en su corazón y en su alma.
-Esta reforma buscaba la celeridad, abaratamiento de costes y la llamada “nulidad exprés”. ¿Se han alcanzado los objetivos?
-Sin duda alguna, la reforma de 2015 ha conseguido uno de sus objetivos que era hacer que los procesos se resolvieran con mayor rapidez, sobre todo porque antes hacían falta dos sentencias para declarar en firme la nulidad de un matrimonio y ahora no siempre hay que acudir a la segunda instancia. Lo que más contribuye a la rapidez es la nueva valoración de la prueba.
El término “proceso exprés” esdesafortunado y equívocoporque se acuñó para que el público comprendiese pero no significa que de un día para otro se pueda declarar la nulidad. Significa que cuando hay elementos que la prueban sin que hagan falta una investigación más profunda, se pueda acudir al obispo diocesano para que la declare. En dos meses y medio podemos tener una declaración de nulidad matrimonial pero no porque sea una vía exprés sino porque se dan los requisitos que la reforma contempla.
«Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24, 12)
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma del año 2018, que comienza el 14 de febrero, Miércoles de Ceniza
Queridos hermanos y hermanas:
Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para
prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la
Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión»[1], que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.
Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a
vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago
inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al
crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12).
Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los
tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos,
precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús,
respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran
tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la
comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos
falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la
caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio.
Los falsos profetas
Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas?
Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las
emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde
ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas
de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos
hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que
los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos.
Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la
soledad.
Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones
sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo
resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que
se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y
tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan
cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones
parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente
sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que
quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de
amar.
Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos…
haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No
es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de
la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como
verdadero, para confundir el corazón del hombre.
Cada uno de nosotros,
por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se
siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que
aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a
reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella
buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para
nuestro bien.
Un corazón frío
Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo[2]; su
morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo
se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos
indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?
Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10);
a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar
consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que
sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos[3]. Todo
esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que
consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el
anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo
que no corresponde a nuestras expectativas.
También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de
la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados
por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que
recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones
forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se
ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.
El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté
de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas
son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y
de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que
induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el
entusiasmo misionero[4].
¿Qué podemos hacer?
Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que
antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la
medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de
Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos[5], para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.
El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda
a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío.
Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico
estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que
siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de
compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la
comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la
exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar
en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10).
Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos
organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que
pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras
relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos
que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es
una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y
si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer
también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en
generosidad?[6]
El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma,
y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos
permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo
indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la
condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la
vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y
al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el
único que sacia nuestra hambre.
Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica,
para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad,
dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros,
porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad
que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido
de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios,
para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para
nuestros hermanos.
El fuego de la Pascua
Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con
celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la
oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la
caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos
da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.
Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que
este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la
Reconciliación en un contexto de adoración eucarística. En el 2018
tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de marzo, inspirándose en las
palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón». En cada diócesis,
al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas, para
permitir la oración de adoración y la confesión sacramental.
En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el
cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco
disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. «Que la luz de
Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y
de nuestro espíritu»[7],
para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de
Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el
Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y
caridad.
Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.
Vaticano, 1 de noviembre de 2017
Solemnidad de Todos los Santos