viernes, 19 de octubre de 2018

Primera Sentencia en Córdoba de Nulidad Matrimonial por el Proceso Breve

Nuestra abogada, Mª Teresa Campos Berzosa, se convierte así en la primera letrada rotal en defender la causa del primer proceso breve en la Diócesis de Córdoba



Nulidad Matrimonial Córdoba

Córdoba 19 de octubre de 2018

El pasado día ocho de octubre de dos mil dieciocho, nuestro Obispo Don Demetrio González Fernández ha firmado la primera sentencia del Proceso Breve de Nulidad Matrimonial en Córdoba. Gracias a la reciente reforma del Papa Francisco con el Motu Propio Mitis Iudex Dominus Iesus sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio en el Código de Derecho Canónico, el Santo Padre ha introducido algunas reformas en estos procedimientos destacando como novedad el Proceso más Breve ante el Obispo Diocesano cuando ambas partes estén de acuerdo y la nulidad sea evidente y manifiesta.

En esta primera sentencia ambas partes han obtenido una respuesta afirmativa en apenas tres meses, teniendo en cuenta que se presentó la demanda el catorce de mayo y ha mediado un mes de agosto totalmente vacacional e inhábil.

Mª Teresa Campos Berzosa, la Letrada Rotal que ha defendido la causa, explica que “esta reforma tiene como preocupación principal la salvación de las almas, siendo el fin supremo de las instituciones, de las leyes y del derecho. Gracias a la inclusión de este nuevo proceso, las causas que reúnan una serie de requisitos muy estrictos y presenten una nulidad manifiesta y evidente, como ha sido este primer caso, podrán obtener la nulidad de forma más ágil y con unos costes muy bajos tanto en tasas como en honorarios de profesionales. Además al ser el Obispo Juez en el asunto, garantiza el principio de indisolubilidad del matrimonio en virtud de su oficio pastoral siendo el mayor garante de la unidad católica en la fe y la disciplina”.

Para iniciar una demanda de nulidad mediante este nuevo proceso que simplifica los pasos a seguir, acorta los tiempos y rebaja los costes, hay que acudir al Tribunal Eclesiástico de la Diócesis donde se celebró la boda, “la Iglesia quiere que la verdad esté por encima de todo, logrando así la salvación de las almas y que se reconozca cuando verdaderamente un matrimonio es nulo”, añade la letrada rotal Mª Teresa Campos Berzosa, y sigue diciendo “que para acogerse a este proceso breve, se tienen que cumplir unos requisitos: en primer lugar, que los dos cónyuges lo pidan o uno con el consentimiento del otro y argumenten una misma causa de nulidad, y en segundo lugar, que las pruebas apunten y demuestren que la nulidad del matrimonio es evidente y manifiesta, para que se pueda llegar a adquirir certeza moral al respecto”.

Esta primera causa cordobesa ha obtenido la nulidad eclesiástica por “grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales que mutuamente se han de dar y aceptar”, mantiene la letrada Mª Teresa Campos Berzosa, “siendo este el capítulo más frecuente por el que se declaran nulos los matrimonios, respondiendo normalmente a grave inmadurez en cuanto al discernimiento o bien a falta de libertad interna”

En definitiva, si se cumplen todos los requisitos establecidos las partes pueden optar a obtener la nulidad eclesiástica de su matrimonio en apenas tres meses y con unos costes muy reducidos.





domingo, 15 de julio de 2018

Ins­truc­ción para quien se ocu­pa de cau­sas de nu­li­dad ma­tri­mo­nial


“Los es­tu­dios de De­re­cho Ca­nó­ni­co a la luz de la re­for­ma del pro­ce­so ma­tri­mo­nial” es el tí­tu­lo de la nue­va Ins­truc­ciónde la Con­gre­ga­ción para la Edu­ca­ción Ca­tó­li­ca, he­cha pú­bli­ca hoy. “Sir­ve una ma­yor pre­pa­ra­ción” en las Igle­sias par­ti­cu­la­res para lle­var a cabo la re­for­ma que­ri­da por el papa Fran­cis­co, afir­ma el Se­cre­ta­rio de esta Con­gre­ga­ción, Mons. Zani
P
ro­mo­ver una pre­pa­ra­ción di­fe­ren­cia­da, so­bre todo aca­dé­mi­ca, de las di­ver­sas fi­gu­ras que obran en re­la­ción a las cau­sas de de­cla­ra­ción de nu­li­dad del ma­tri­mo­nio en los Tri­bu­na­les ecle­siás­ti­cos o en la con­se­je­ría ma­tri­mo­nial.
Es el ob­je­ti­vo de la nue­va Ins­truc­ción de la Con­gre­ga­ción para la Edu­ca­ción Ca­tó­li­ca, he­cha pú­bli­ca hoy y ema­na­da a la luz de las no­ve­da­des in­tro­du­ci­das por la re­for­ma de los pro­ce­sos ca­nó­ni­cos para las cau­sas de de­cla­ra­ción de nu­li­dad de los ma­tri­mo­nios, que­ri­da por el papa Fran­cis­co y ex­pre­sa­da por los dos Motu Pro­prio Mi­tis Iu­dex Do­mi­nus Ie­sus e Mi­tis et mi­se­ri­cors Ie­sus.
“El pun­to de par­ti­da que ha mo­ti­va­do la Con­gre­ga­ción para la Edu­ca­ción Ca­tó­li­ca a pu­bli­car las orien­ta­cio­nes para la for­ma­ción de los agen­tes de los Tri­bu­na­les ecle­siás­ti­cos y para las di­ver­sas per­so­nas in­vo­lu­cra­das en la pas­to­ral ma­tri­mo­nial y fa­mi­liar, ha sido el do­cu­men­to del papa Fran­cis­co, es de­cir, la Ex­hor­ta­ción apos­tó­li­ca post-si­no­dal Amo­ris Lae­ti­tia, en la cual se hace re­fe­ren­cia a la ne­ce­si­dad de ha­cer más ac­ce­si­bles y ági­les los pro­ce­sos para el re­co­no­ci­mien­to de los ca­sos de nu­li­dad, afir­ma Mons. Vin­cen­zo Zani, Se­cre­ta­rio de la Con­gre­ga­ción para la Edu­ca­ción Ca­tó­li­ca.
Igle­sias par­ti­cu­la­res ma­yor­men­te res­pon­sa­bi­li­za­das
“Se re­gis­tran a me­nu­do in­co­mo­di­da­des, len­ti­tud – sub­ra­ya Mons. Zani – y en­ton­ces, para apli­car esta exi­gen­cia fuer­te­men­te sub­ra­ya­da por los Pa­dre si­no­da­les, el Papa ha pu­bli­ca­do el Motu pro­prio Mi­tis iu­dex” dan­do in­di­ca­cio­nes pre­ci­sas so­bre la ne­ce­si­dad de in­vo­lu­crar más di­rec­ta­men­te al obis­po en su Igle­sia, sien­do por su ta­rea tam­bién el juez en­tre los fie­les con­fia­dos a él y, por lo tan­to, pi­dien­do a las Igle­sias par­ti­cu­la­res que se asu­man ma­yor­men­te la res­pon­sa­bi­li­dad de ini­ciar el ejer­ci­cio para es­tas cau­sas de so­li­ci­tud de nu­li­dad ma­tri­mo­nial. Esta in­di­ca­ción ha vol­ca­do so­bre las Igle­sias par­ti­cu­la­res, la ur­gen­cia de te­ner el per­so­nal ade­cua­do. A este pun­to, ¿quién lo for­ma? Exis­ten tan­tos cur­sos: cur­sos de for­ma­ción, se rea­li­zan cur­sos tam­bién su­fi­cien­te­men­te cua­li­fi­ca­dos. Pero a este pun­to está car­ga­da de esta res­pon­sa­bi­li­dad tam­bién toda la reali­dad de las Fa­cul­ta­des ecle­siás­ti­cas, de las Fa­cul­ta­des de De­re­cho Ca­nó­ni­co, que te­ne­mos dis­tri­bui­das en el mun­do, que no son su­fi­cien­tes para pre­pa­rar este per­so­nal pero, al mis­mo tiem­po, jun­to a las fa­cul­ta­des de De­re­cho Ca­nó­ni­co, se pen­só en en­con­trar tam­bién otros ca­mi­nos”.
Po­ten­cia­mien­to de Fa­cul­ta­des de De­re­cho Ca­nó­ni­co
Mons. Zani ha­bla de las no­ve­da­des de esta Ins­truc­ción: “En pri­mer lu­gar – des­pués de ha­ber ha­bla­do tam­bién con el San­to Pa­dre – se de­ci­dió sub­ra­yar la fuer­te exi­gen­cia de te­ner alto el ni­vel de las Fa­cul­ta­des de De­re­cho Ca­nó­ni­co. En el mun­do hay 42, con va­rias Ins­ti­tu­cio­nes par­ti­cu­la­res. En­ton­ces, pri­me­ro que todo, de­be­mos cua­li­fi­car las reali­da­des exis­ten­tes, po­ten­ciar­las, pe­dir una ma­yor ar­ti­cu­la­ción. Por otra par­te, no po­de­mos mul­ti­pli­car la pre­sen­cia de las Fa­cul­ta­des de De­re­cho Ca­nó­ni­co por­que exis­ten exi­gen­cias muy pre­ci­sas para cons­ti­tuir­las: el nú­me­ro de do­cen­tes, la in­ves­ti­ga­ción, los am­bien­tes, las es­truc­tu­ras, etc. Y en­ton­ces se in­ter­vino dan­do dos in­di­ca­cio­nes ul­te­rio­res, es de­cir, que tam­bién den­tro de las Fa­cul­ta­des de Teo­lo­gía exis­ten­tes hoy, se pue­dan abrir De­par­ta­men­tos de De­re­cho Ca­nó­ni­co: en las Fa­cul­ta­des de Teo­lo­gía exis­te ya un cor­so de De­re­cho Ca­nó­ni­co, pero un De­par­ta­men­to es más rico de ofer­ta de De­re­cho Ca­nó­ni­co. Y que tam­bién allí don­de te­ne­mos las Uni­ver­si­da­des ca­tó­li­cas con las Fa­cul­ta­des de Ju­ris­pru­den­cia, tam­bién a és­tas se pide que se ins­ti­tu­yan cá­te­dras de De­re­cho Ca­nó­ni­co que va­yan a in­te­grar to­dos los cur­sos de ju­ris­pru­den­cia que ya exis­ten. En fin, es­tas tres po­si­bi­li­da­des: Fa­cul­tad de De­re­cho Ca­nó­ni­co po­ten­cia­das; De­par­ta­men­tos de De­re­cho Ca­nó­ni­co en las Fa­cul­ta­des de Teo­lo­gía – evi­den­te­men­te, de­ben es­tar apro­ba­dos por no­so­tros – y ter­ce­ra hi­pó­te­sis, la cá­te­dra de De­re­cho Ca­nó­ni­co en las Fa­cul­ta­des de Ju­ris­pru­den­cia que son una me­jor ar­ti­cu­la­ción de esta ofer­ta para la pre­pa­ra­ción per­so­nal”.
Tres ni­ve­les de per­so­nal cua­li­fi­ca­do
Mons. Zani se de­tie­ne fi­nal­men­te en el tipo de per­so­nal a pre­pa­rar: “Tam­bién aquí hay tres ni­ve­les de per­so­nal cua­li­fi­ca­do para acom­pa­ñar a las per­so­nas que se en­cuen­tran en di­fi­cul­tad y que tie­nen esta ne­ce­si­dad de en­ten­der si su ma­tri­mo­nio es nulo o bien si hay si­tua­cio­nes que se pue­den re­cu­pe­rar, en­tre otras co­sas. El pri­mer ni­vel es el ni­vel pas­to­ral: los sa­cer­do­tes y los co­la­bo­ra­do­res más cer­ca­nos de­ben ser más cla­ra­men­te for­ma­dos, más ac­tua­li­za­dos so­bre es­tas pro­ble­má­ti­cas; por lo tan­to, una pre­pa­ra­ción de base más cua­li­fi­ca­da y más fo­ca­li­za­da so­bre es­tas te­má­ti­cas. El se­gun­do ni­vel es la pre­pa­ra­ción de per­so­nal que en las dió­ce­sis apo­ye a los cen­tros de pas­to­ral fa­mi­liar más cua­li­fi­ca­dos, con per­so­nas que es­tén más ac­tua­li­za­das so­bre es­tas pro­ble­má­ti­cas y que por ende ha­cen un acom­pa­ña­mien­to más cua­li­fi­ca­do de las per­so­nas en di­fi­cul­tad, y una pri­me­ra ex­plo­ra­ción de las te­má­ti­cas y de las pro­ble­má­ti­cas. El ter­cer ni­vel es el de los Tri­bu­na­les, don­de no se ne­ce­si­ta so­la­men­te al pre­si­den­te del Tri­bu­nal sino que hay todo un equi­po de co­la­bo­ra­do­res, de se­cre­ta­rios, que de­ben te­ner una pre­pa­ra­ción más es­pe­cí­fi­ca so­bre es­tos te­mas. Has­ta hoy, las cues­tio­nes más com­pli­ca­das y más du­do­sas ve­nían di­ri­gi­das a Roma o en los po­cos cen­tros que ha­bía en los di­ver­sos con­ti­nen­tes. El tras­la­do que el Papa pide que se haga es el de ha­cer acer­car siem­pre más este tipo de ser­vi­cio a las Igle­sias par­ti­cu­la­res, y esto exi­ge que haya una me­jor pre­pa­ra­ción.
(Ciu­dad del Va­ti­cano, va­ti­can­news.va)
Fuente: http://www.agenciasic.es/2018/05/03/instruccion-para-quien-se-ocupa-de-causas-de-nulidad-matrimonial/

viernes, 13 de julio de 2018

Papa Francisco y la reforma del proceso de nulidad matrimonial, ¿en qué punto estamos?



Entrevista al obispo Sergio Melillo, que ya está aplicándola

Uno de los resultados de mayor relevancia de los dos Sínodos sobre Matrimonio y Familia (2014-2015) ha sido la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial, que no había sufrido cambios sustanciales desde los tiempos del papa Benedicto XIV, en el siglo XVIII.
Con los dos Motu proprio ”Mitis Iudex Dominus Iesus” y ”Mitis et Misericors Iesus”, publicados el 15 de agosto 2015, el papa Francisco, reordenaba ex integro la materia, estableciendo tres tipos de proceso: ordinario, breviore y documental.
De los tres tipos, el ordinario y el breviore expresan un cambio real respecto al del siglo XVI: la abolición de la doble conformidad, y por tanto la nulidad del matrimonio con una sola sentencia afirmativa en el proceso ordinario (dejando en cualquier caso la posibilidad de apelación de la parte contraria); y la introducción de un tipo absolutamente nuevo de proceso el llamado breviore, sobre el que se pronuncia personalmente el obispo titular de la diócesis.
El tema, tan importante por el Papa que surgió como urgencia en el camino entre ambos sínodos, ha sido relanzado recientemente durante la 71ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, que ha previsto una actualización sobre la reforma del régimen administrativo de los tribunales eclesiásticos en materia matrimonial.
Todo esto, teniendo en cuenta también las dificultades de varios tipos que frenan a los obispos a la hora de aplicar tan gran reforma.
Hemos hablado con Sergio Melillo, obispo de Ariano Irpino, uno de los primeros en Italia en acoger las instancias del Santo Padre.
Monseñor Melillo, en su opinión, ¿por que el Papa Francisco ha vuelto a hablar personalmente sobre este tema?
Francisco enseña que dos perlas tienen que acompañar esta reforma: la proximidad y la gratuidad.
Para el Papa, proximidad significa que el juicio, en la medida de lo posible, debe celebrarse en la iglesia diocesana.
La gratuidad remite al mandato evangélico según el cual “gratuitamente se ha recibido y gratuitamente se debe dar”, por lo que se pide que el pronunciamiento eclesiástico de nulidad no equivalga tout-court, en la mente del fiel, a un coste prefijado.
Como pastor sé bien que nuestra gente, si es oportunamente informada, comprende que las personas pudientes contribuyan en justicia al proceso.
¿Cuál es el centro de la reforma y su experiencia directa?
Ante todo, está la visión de proximidad a las familias heridas, es una elección fundamental de la pastoral hoy.
Esta reforma va a llenar una distancia entre la vida pastoral y la modalidad para afrontar las cuestiones internas judiciales.
El planteamiento del papa Francisco, y por tanto de los dos Motu Proprio “Mitis”, además de los tribunales que han erigido algunos obispos, han hecho que la pastoral familiar se acerque en esta dirección.
La dimensión pastoral del obispo debe comprender su función personal de obispo juez, en el proceso llamado breviore.
Eso no solo manifestará la proximidad del pastor diocesano a sus fieles, sino también la presencia del obispo como signo de Cristo sacramento de salvación.
Francisco insiste en que el obispo sea visto por sus fieles como un padre próximo a sus dificultades y a sus fracasos; encarnando la figura de Cristo que se pone la oveja perdida a los hombros; abandonando finalmente el modo jurídico-burocrático de administrar la justicia.
He vivido personalmente en mi diócesis, en la que aún hay una relación personal y directa con los fieles, el valor posible de un diálogo fecundocon cada persona.
También en este sentido considero que la reforma puede considerarse verdaderamente histórica.
¿Ahora será más fácil poder tener la nulidad del matrimonio?
Es una pregunta crucial que requiere respuestas claras con el fin de no difundir confusión y abusos.
1- La diferencia entre divorcio y nulidad del matrimonio o anulación eclesiástica del matrimonio reside en el punto fundamental de que la Iglesia no es libre de disolver un vínculo sagrado que resulte evidentemente válido (mientras el Estado moderno por desgracia admite la posibilidad de romper el vínculo civilmente válido).
2- El proceso matrimonial, llevado según la ley canónica y según la conciencia, puede determinar si el fiel, por los motivos previstos por el legislador canónico (ejemplo: por grave defecto de conocimiento o madurez, por constricción, por haber excluido los hijos,…) ha emitido unconsentimiento viciado, es decir, nulo.
3- Si el obispo, en el proceso llamado breviore, y el Vicario judicial en el proceso ordinario, se mantienen fieles al principio fundamental de que no puede declararse nulo un matrimonio sin la cierta evidencia procesal de los hechos, no debería existir riesgo ni de abusos ni miedo o temor de responder a las preguntas de los fieles que piden la verdad sobre su propio vínculo.
El papa Francisco ha expresado muchas veces en su magisterio que el Pastor, a pesar de las dificultades, debe permanecer inmune al peligro de abusos y miedos, en la medida en que encarna a Cristo, sacramento de paz.
Me parece que el Papa, con su paternal insistencia en nuestro último encuentro, ha querido ayudarnos a los obispos a superar la dificultad de acceder en plena y total obediencia a la reforma, terminando por ejemplo con los Tribunales Regionales, precisamente por cumplir la ley de la proximidad.
¿Qué opina del impacto de la Amoris Laetitia en las Iglesias diocesanas de Italia ?
Ante todo debemos al papa Francisco una gratitud inmensa por la Exhortación apostólica Amoris Laetitia, por dos motivos: porque nos ha trazado un camino rico y actual para recuperar la belleza y la posibilidad de la familia cristiana; y en segundo lugar, porque junto a los obispos reunidos en dos sínodos nos pide a los pastores que seamos artífices de una Iglesia de la Misericordia.
Nos toca a nosotros hacer que este gran documento no corra el riesgo de tantos otros documentos pontificios convertidos en memoria de archivo.
El papa Francisco nos pide con Amoris Letitia que no dejemos para la posteridad una iglesia pusillus grex, un círculo de pocos cerrado al soplo creador del Espíritu.

Fuente: https://es.aleteia.org/2018/06/13/papa-francisco-y-la-reforma-del-proceso-de-nulidad-matrimonial-en-que-punto-estamos/

martes, 10 de julio de 2018

ENTREVISTA A ANTONIO MELLET, PRESIDENTE DEL TRIBUNAL ECLESIÁSTICO DE SEVILLA

"La nulidad matrimonial no es para élites cristianas ni para ricos"
  • La Iglesia introduce la drogodependencia y la adicción a la pornografía como causas de nulidad.
  • En Sevilla se piden 4.200 divorcios al año pero sólo un centenar de nulidades eclesiásticas.
 Comentarios 1
Antonio Mellet Márquez, presidente del Tribunal Eclesiástico de Sevilla, reflexiona en esta entrevista sobre los valores de la sociedad actual que impiden a los jóvenes asumir la indisolubilidad del matrimonio. Afirma que la nulidad “no es un proceso para élites cristianas ni para ricos”, aunque la mayoría de las parejas que la solicitan tienen ya una vinculación pastoral con la Iglesia. La percepción de la falta de libertad ha cambiado: hace 60 años un matrimonio forzado por un embarazo era casi siempre nulo, pero hoy en día difícilmente lo es.
-¿Cuántas peticiones de nulidad se presentan anualmente en el Tribunal Eclesiástico de Sevilla?
-Se presentan unas 110 o 120 al año, aunque entre 10 y 20 no se admiten a trámite. Del centenar que se admiten, no todas prosperan porque en algún momento del proceso las partes desisten de continuar. Una vez que la causa es admitida, el tribunal tiene la obligación de llevarla hasta el final. En la mayoría de los casos se termina con una declaración de nulidad pero no puedo dar un dato concreto porque no soy partidario de llevar ese control. No quiero verme influido de si son muchas o pocas o si deben ser más o menos.
-¿Cuánto dura el proceso en Sevilla? 
-El Código de Derecho Canónico de 1983 aconseja que el proceso dure un año y en nuestro tribunal metropolitano es un objetivo que nos marcamos, pues actualmente tarda entre 1 y 2 años, ese objetivo aún no lo hemos conseguido pero estamos intentándolo.  
-¿Qué causas de nulidad son las más aplicadas?
-Las principales responden a motivos producidos por los signos de nuestro tiempo: vivimos en una sociedad fragmentada, lo que los sociólogos caracterizan como de un “pensamiento líquido”, un pensamiento débil. Emocionalmente hay personas frágiles, que viven en la temporalidad sin dar perpetuidad a su vida, con una carencia del sentido del compromiso y todo esto influye necesariamente en el matrimonio.
Las causas de nulidad matrimonial tienen que ver con estos aspectos y se concretan en el grave defecto de discreción de juicio e imposibilidad para sopesar la importancia del paso que se va a dar. También la incapacidad de origen psíquico para asumir las obligaciones del matrimonio. Aquí entrarían todos los aspectos relacionados con las adicciones: alcohol, ludopatía, estupefacientes o pornografíacuando impiden que la persona asuma la vida matrimonial en sus elementos esenciales. 
"NOS EQUIVOCAMOS" NO ES UNA CAUSA DE NULIDAD MATRIMONIAL
-¿Por qué no se admite que la pareja se equivocó al casarse?
-“Nos equivocamos” no es causa de nulidad.Diferente es que esa equivocación sea consecuencia de un padecimiento interno grave que le imposibilitó asumir lo que es el matrimonio. La causa es que la persona no percibió porque no pudo percibir, por cualquier motivo: Bien por una circunstancia interna, pongamos una falta de libertad interior de la persona, que se sienta coaccionada, con un miedo grave, o bien por un elemento externo que le impide sopesar adecuadamente la importancia del paso que va a dar.
El proceso de nulidad matrimonial es una pregunta muy simple que hace un cristiano a la Iglesia: ¿mi matrimonio existió verdaderamente o sólo hubo apariencia de matrimonio pero no se produjo el vínculo, por cualquier causa? Es una pregunta que se formula movido por un interés de conciencia, lo que desea en primer lugar es una tranquilidad de conciencia y en segundo lugar si es posible acceder a nuevas nupcias. Si el matrimonio existió, sabemos que esa persona esta casada ante Dios y la Iglesia. Si no existió, sabemos que es soltera y está libre canónicamente para contraer matrimonio.
-¿Una causa puede ser la presión social?
-Si es lo suficientemente grave como para que anule la voluntad, sí. Yo siempre digo, medio en broma, que la falta de libertad no es que te pongan una pistola en la cabeza y te lleven al altar, eso sólo pasa en las películas. Pero sí es cierto que puede haber unos condicionantes tan graves que coaccionan hasta tal punto tu voluntad que utilices el matrimonio como un medio para escapar de una  situación, aunque realmente no querías contraer matrimonio. 
Podríamos pensar que eso ocurría hace muchos años pero por desgracia también pasa ahora. Todos somos susceptibles de ser coaccionados.
Otras causas serían la exclusión de elementos esenciales del matrimonio, algo que de nuevo responde a los signos de nuestros tiempos: una sociedad que rechaza el valor de estar abiertos a la vida y que por tanto excluye la generación y educación de los hijos, o que excluye la indisolubilidad del matrimonio o la fidelidad conyugal. También se admite como causa actitudes de bigamia, es decir, personas que mantienen un comportamiento bígamo porque tienen varias parejas. 
Esto es algo propio de una generación que piensa de otra manera porque quizá se haya normalizado en nuestra sociedad un tipo de mentalidad, pero que es ajena a la antropología cristiana y que por lo tanto afecta a la validez o no del vínculo del matrimonio.
-Se trata de unas reflexiones que también se está haciendo la sociedad civil...
-Totalmente, porque la Iglesia no es un compartimento estanco, se desarrolla en la sociedad en la que vivimos, por eso no es igual como se perciben estas cosas en Europa, Asia o en Africa.
La sociedad actual tiene unos valores, comportamientos y actitudes que influyen en la manera de percibir el matrimonio. Un cristiano de 30 años que va a casarse no está fuera del mundo, está salpicado de esa mentalidad y esa mentalidad a veces influye en la validez del matrimonio.
Pongamos un tema espinoso como la adicción a la pornografía. En una sociedad profundamente erotizada, donde la pornografía es un producto de consumo en personas cada vez más jóvenes (incluso por debajo de 14 años), se trata de una actitud que repercute muy negativamente en las relaciones íntimas y por tanto puede producir una nulidad del matrimonio. Todo ello quitando la consideración moral, que la Iglesia tiene muy claro de este tipo de asuntos. 
No digamos si por aquello de la tolerancia se va produciendo un grado de búsqueda de la satisfacción personal en la pornografía en elementos cada vez más graves. 
-¿En estos aspectos  la Iglesia se tiene que actualizar continuamente?
-Claro, la jurisprudencia del Tribunal de la Rota, que es el Tribunal Supremo en la Iglesia, continuamente está recibiendo causas como ésta que después se publican, salvando los elementos de privacidad, para orientarnos de como hay que tratar estas cuestiones. 
-¿La Iglesia se ha adaptado a los tiempos y los vicios del consentimiento son otros?
-Hay un ejemplo “de manual”: hace 60 años, en un pueblo de la España profunda, si una chica se quedaba embarazada, automáticamente se casaba. De entrada, cabría decir que probablemente ese matrimonio era nulo. ¿Se declaraba nulo? No, porque la sociedad permitía que ese matrimonio perdurase, los trapos sucios se lavaban en casa y seguían juntos hasta que la muerte los separase. Hoy en día yo he casado a chicas de 20 años embarazadas y sabiendo que de ninguna manera ese matrimonio iba a ser nulo, al menos por esa causa. 
Con esto quiero decir que La sociedad actual no coacciona a la persona porque eso (el embarazo prematrimonial) sea una vergüenza social. Muchas parejas acuden a la Iglesia a pedir el matrimonio con sus hijos y van a la ceremonia con el carrito. Ahora no es común que esos matrimonios sean nulos, cuando hace 60 años casi seguro que lo eran y la excepción era que fueran válidos.
-¿Como se explica desde una mentalidad actual que el matrimonio sea indisoluble?
-Para mi es muy importante dejar clara la diferencia entre un divorcio y una nulidad: el divorcio es romper algo que hubo, en la nulidad no hubo vínculo. Hay que desmontar ideas como la de buscar “el divorcio por la iglesia”, por eso hemos creado la Oficina de Acogida Pastoral y Asesoramiento Jurídico.
Este es uno de los elementos de la mentalidad contemporánea contrario a la idea cristiana. Toda la sociedad occidental te dice el vinculo es destructible y por eso existe Ley del Divorcio en todos los países europeos. Algunos la tienen incluso desde hace casi un siglo. Y esto es un obstáculo para el cristiano.
En España la primera Ley del Divorcio data de 1931 y la sociedad se ha ido empapando de esta mentalidad. Por eso es difícil que una persona de 25-30 años asuma la indisolubilidad del vínculo cuando ademas es reticente al compromiso de por vida, cuando además no tiene en su ADN la importancia del sacrificio y cuando además la idea de amor se reduce a algo emotivo. 
El cristiano actual que quiere tomarse en serio su compromiso tiene el conflicto en su cabeza entre “creo lo que me dice la Iglesia” o “me dejo llevar por la corriente social que me dice desde hace un siglo que el matrimonio es disoluble”.
-¿Cuál es la edad media de las personas que en Sevilla acuden al Tribunal Eclesiástico?
-Vienen desde parejas por debajo de los 30 años, cuyo matrimonio fracasa pronto, hasta personas con 70 y 80 años. Estas últimas a lo mejor llevan años desde su divorcio o separación y acuden a la Iglesia porque después de un tiempo de convivencia pseudo conyugal quieren aclarar su situación en la Iglesia, siempre por motivos de conciencia.
-¿Cómo son los motivos de conciencia desde la perspectiva del tribunal eclesiástico?
-Nosotros no entramos en el fuero interno de la persona, en el ámbito de su conciencia. Estamos en un foro judicial, más volcado en el aspecto externo, pero la motivación que trae a las personas es una tranquilidad de conciencia, alcanzar esa paz interior después de un matrimonio fracasado, tal vez de una manera traumática, y quieren tener el convencimiento de que no existe ni siquiera el vinculo del sacramento con aquella persona.
-¿Cómo es el perfil de las personas que acuden al Tribunal Eclesiástico? 
-Son personas que tienen una vinculación con la Iglesia, bien a través de su parroquia, hermandad, de su movimiento eclesial, con distintos niveles de compromiso cristiano. Son personas que no están cómodas con su situación y quieren de alguna manera acercarse a los sacramentos con una situación familiar regular.  La familia es muy importante en esas personas. 
-En la provincia de Sevilla se producen unos 4.200 divorcios al año pero solo un centenar de nulidades eclesiásticas. ¿A la Iglesia le gustaría que más gente recurriera al Tribunal Eclesiástico?
-Indudablemente, porque el proceso de nulidad matrimonial es de carácter judicial y por eso se desarrolla en un tribunal con unos jueces y una sentencia. No son palabras que deban asustar. Pero aunque tenga ese fondo judicial, tiene una proyección pastoral. En la Iglesia todo lo que se hace es pastoral, va orientado a que la persona viva una relación armónica con Dios y con el resto de los cristianos. Por eso es muy importante que una persona que ha padecido el fracaso de su matrimonio, al menos pregunte a la Iglesia en este foro judicial, pero con un  sentido pastoral, si su matrimonio fue válido o no.
-¿La duración del proceso y lo que les va a costar pueden retraer a las parejas?
-Existe desde hace un tiempo la idea equivocada de que este proceso es para una élite de cristianos, para personas ricas o de nombre, para familias importantes. Nada más lejos de la realidad. En primer lugar, en la Iglesia los asuntos económicos no deben ser nunca un obstáculo. No lo son para celebrar un sacramento en la Iglesia, tampoco para que tu matrimonio sea declarado nulo. Las tasas judiciales en nuestra diócesis rondan los mil euros, que no consideramos una aportación excesiva. En el ámbito civil las costas judiciales han sido asumidas por el Estado a costa de los impuestos. Eso no lo puede hacer la Iglesia porque no cobra impuestos a sus fieles. Quienes no pueden hace frente al gasto puede recurrir a los Institutos Jurídicos de Reducción de Costas Judiciales o del Patrocinio Gratuito, que conceden ayudas con mucha frecuencia. 
Hace dos semanas hemos abierto una Oficina de Acogida Pastoral y Asesoramiento Jurídico donde una persona informa gratuitamente sobre la posibilidad o no de obtener la nulidad y hace una acogida pastoral, ayudando a la persona a solventar sus dudas. Es la primera persona con la que se encuentran al llegar al Tribunal, una mujer con un carácter muy amable que lo hace de forma voluntaria, como parte de su servicio a la Iglesia.
-¿La gente teme tener que revelar aspectos íntimos ante este tribunal? 
-Se procura ser prudente y delicado. Cuando tengo delante a una persona cuyo matrimonio ha fracasado y que viene solicitando la nulidad, soy consciente de que todo lo que le pregunte es remover una parte de su historia que aún es una herida abierta. La persona sufre y se procura no invadir la intimidad mas allá de lo estrictamente necesario. 
-¿La gratuidad del procedimiento también repercute en los peritos y abogados?
-Sí, el elenco de abogados y peritos que pueden trabajar en los tribunales eclesiásticos -unos 60 en Sevilla-, así como los jueces eclesiásticos, perciben también una remuneración reducida. En el caso de los abogados, suelen ser matrimonialistas o mediadores y el Tribunal Eclesiástico no es su única fuente de ingresos. Los profesionales laicos lo hacen también porque son personas que se sienten parte de la Iglesia y esta es su forma de colaborar. 
-¿Qué falta para dar el salto y que el cristiano de la calle sienta la necesidad de acudir al Tribunal Eclesiástico y no lo hagan sólo personas ya vinculadas con la Iglesia?
-Respondería de dos maneras: nos hacía falta en la Iglesia un Papa Francisco que en el año 2015 promovió esta reforma y dijo al mundo entero que el matrimonio y la familia son fundamentales y que el proceso de nulidad está al alcance de cualquiera. Hace falta también que los pastores de la Iglesia demos a conocer que esto no es un instrumento coercitivo sino al contrario, que libera a la persona en su corazón y en su alma.
-Esta reforma buscaba la celeridad, abaratamiento de costes y la llamada “nulidad exprés”. ¿Se han alcanzado los objetivos?
-Sin duda alguna, la reforma de 2015 ha conseguido uno de sus objetivos que era hacer que los procesos se resolvieran con mayor rapidez, sobre todo porque antes hacían falta dos sentencias para declarar en firme la nulidad de un matrimonio y ahora no siempre hay que acudir a la segunda instancia. Lo que más contribuye a la rapidez es la nueva valoración de la prueba. 
El término “proceso exprés” es desafortunado y equívoco porque se acuñó para que el público comprendiese pero no significa que de un día para otro se pueda declarar la nulidad. Significa que cuando hay elementos que la prueban sin que hagan falta una investigación más profunda, se pueda acudir al obispo diocesano para que la declare. En dos meses y medio podemos tener una declaración de nulidad matrimonial pero no porque sea una vía exprés sino porque se dan los requisitos que la reforma contempla.

Fuente: https://www.diariodesevilla.es/juzgado_de_guardia/entrevistas/Iglesia-tribunal-nulidad-matrimonio_0_1256874978.html

viernes, 9 de febrero de 2018

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2018



Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2018

«Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría»  (Mt 24, 12)

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma del año 2018, que comienza el 14 de febrero, Miércoles de Ceniza

Queridos hermanos y hermanas:

Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión»[1], que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.

Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12).

Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús, respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio.

Los falsos profetas

Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas?

Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. 

Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad.

Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. 

Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. 

Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien.

Un corazón frío

Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo[2]; su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?

Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos[3]. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas.

También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.
El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero[4].

¿Qué podemos hacer?

Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.

El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos[5], para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.

El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?[6]

El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.

Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos.

El fuego de la Pascua

Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.

Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración eucarística. En el 2018 tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de marzo, inspirándose en las palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón». En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas, para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental.

En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. «Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu»[7], para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad.
Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.

Vaticano, 1 de noviembre de 2017
Solemnidad de Todos los Santos

Francisco

Fuente: https://www.revistaecclesia.com/mensaje-del-papa-francisco-la-cuaresma-2018/